La escuela Quiteña tiene su origen en la escuela de Artes y Oficios, fundada en 1552 por el sacerdote franciscano Jodoco Ricke, quien junto a Fray Pedro Gocial transforma el colegio San Andrés, en el lugar donde se forman los primeros artistas indígenas.
La pintura Quiteña se caracterizó por el uso de una paleta de colores ocres y colores fríos más cercana a la europea; utiliza grandes espacios abiertos y trabaja la figura humana en perspectiva lineal. Las máximas figuras de la pintura Quiteña fueron el Pintor Miguel de Santiago (1626-1706), Nicolás Javier de Goribar en el siglo XVII y Bernardo Rodríguez con Manuel Samaniego en el siglo XVIII.
Tras la ratificación del Concilio de Trento que aprueba el destino y el uso de las imágenes religiosas con el fin de promover la fe católica, Quito se convierte en el principal centro de producción de imaginería hispana en conjunto con México. Los temas principales que representó fueron el nacimiento de Cristo, las figuras de Jesús y las distintas advocaciones de la Virgen María. En Quito cabe destacar la figura de Bernardo de Legarda y Manuel Chilli, llamado “Caspicara”.