Martirio de San Sebastián. Autor desconocido. Pintura al Óleo. Legado Roberto Zubiaguirre.

San Sebastián nació en las Galias, en Narbona (256) y creció en Milán. Fue Tribuno de la Primera Cohorte de la guardia pretoriana, en la que era respetado por todos y apreciado por el Emperador Diocleciano, quien desconocía su condición de cristiano. Denunciado porque exhortó a sus amigos Marcos y Marcelino a permanecer firmes en su fe, Diocleciano lo condenó a morir. Los soldados del emperador lo llevaron al estadio, lo desnudaron, lo ataron a un poste y lanzaron sobre él una lluvia de flechas, dándolo por muerto.

Pero tras la tortura no había muerto; la viuda Irene, que se acercó a él para darle sepultura, advirtió que aún respiraba, vendó sus heridas y le salvó la vida. Tras su curación se presentó ante Diocleciano para reprocharle su crueldad con los cristianos. Entonces fue flagelado y se le dio muerte a palos en el Circo, su cadáver fue arrojado a la cloaca Máxima.

Poco después, el santo se apareció a santa Lucila mientras dormía: le reveló el lugar en donde hallaría sus restos y le pidió que le diera sepultura en las catacumbas.

Las flechas, que habían sido el instrumento del suplicio, se convirtieron en su atributo y le valieron el patronazgo de numerosas corporaciones: arqueros y ballesteros; tapiceros, por la similitud de las flechas con las gruesas agujas de tapicería; y vendedores de hierro, porque las puntas de flecha eran de hierro. Pero su inmensa popularidad deriva, esencialmente, del poder anti pestoso que se le atribuía, en una época en que las epidemias diezmaban Europa.

Para muchos, la peste era igual que una lluvia de flechas que un dios irritado lanzaba contra los hombres como castigo por sus pecados. Esta lectura tiene su origen en la mitología griega pues la Ilíada, describe a Apolo disparando flechas infectadas con la peste sobre el campamento griego durante la Guerra de Troya.

La iconografía, tradicionalmente, nos presenta a San Sebastián recibiendo las flechas en su cuerpo, protegiendo así a quienes le invocan. La tradición atribuye a su intercesión el fin de la peste que devastó Roma en el año 680. Y parece que fue a partir de entonces que San Sebastián fue considerado abogado contra la peste y otras enfermedades infecciosas. Desde finales del siglo XIV se impuso la representación del Santo, desnudo y atado a un árbol en el momento de su martirio.

El Museo del Carmen de Maipú, posee una hermosa pintura europea del “Martirio de San Sebastián”, de excelente factura, de autor desconocido (copia de Tiziano de Vecellio), en ella podemos apreciar el comienzo de su martirio, en el lado izquierdo del cuadro vemos numerosos personajes, soldados, caballos y flechas, con un fondo arquitectónico, en el centro San Sebastián iluminado, siendo atado al poste por varios hombres, en la parte inferior derecha podemos ver la bolsa con las flechas, atributo principal del Santo.

Referencias: Museo Diocesano

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