El 7 de septiembre de 1851 fallece doña Ana Paula Jaraquemada Alquízar, destacado personaje femenino de nuestro proceso de independencia. El Museo del Carmen conserva un retrato pintado por el pintor austriaco-estadounidense Martin Francis Drexel, del que compartimos su descripción.

Retrato de doña Paula Jaraquemada Alquízar (1768-1851). Martín Francis Drexel (1792-1863). Estilo Romántico naturalista. Siglo XIX (circa 1827). Pintura al óleo sobre tela en sarga de cáñamo Donación: Sergio Altamirano Orrego. Colección Museo del Carmen de Maipú. Chile

Retrato que representa a Doña Paula Jaraquemada Alquizar, célebre patriota y destacada figura en la Independencia de Chile. Este retrato fue pintado alrededor de 1827 por el pintor austriaco-norteamericano Martín Francis Drexel. Los rasgos del personaje retratado son finos a la vez que enérgicos. Denotan el fuerte y ancestral carácter criollo descendiente de una de las más connotadas familias de los primeros españoles avecindados en estas tierras: Doña Paula Jaraquemada, tuvo la suficiente actitud y osadía de defender a los patriotas frente al mando realista que los acosaba. Todo ocurriendo durante esos momentos dramáticos y culmines de la reinstauración de la Patria Nueva y la plena independencia de Chile del dominio español. Su decidida entrega a la causa patriota fue reconocida y conservada en la memoria del pueblo chileno. Con esa fama de personaje protagonista de la historia se encontró el pintor que debía retratarla. ¿Cómo no rodearla de esos atributos que mejor la identifican? Esa era la forma habitual y clásica de representar a las personas en una época en que los elementos dispuestos dentro de la composición pictórica eran datos suficientes para la identificarlos.

Es interesante destacar, por ejemplo, que el vestido que viste la mujer, sin ser ostentoso, ubica plenamente al personaje en un ambiente aristocrático chileno. Es un traje moderno para la época. No es el clásico vestido imperio que por entonces ha perdido esa connotación política que ostentó durante toda la época napoleónica. Tras la reinstauración de la monarquía en Francia y España, es Inglaterra quien dicta la moda bajo un aire pleno de romanticismo. Precisamente ese aspecto es indicativo de los nuevos tiempos que se abren para las élites más señeras de la joven república.

Aquí tenemos que llamar la atención sobre un elemento que a todas luces contrasta fuertemente con el uso de las joyas en los retratos durante el periodo en que se inicia la república. De los materiales preciosos que hacía gala la sociedad más acomodada y poderosa del país (oro, diamantes, perlas, brillantes) y que hemos visto como atributos de la nueva sociedad en los cuadros de Gil de Castro, nuestro personaje ostenta sencillamente aros y pendientes del todo curiosos. Se trata de un collar y aros pendientes de un material de color negro. En este caso Doña Paula se adorna con un collar de azabache, cuyos

abalorios sin ser piedras preciosas, sostienen en sus formas de rosas un profundo significado: ¿son acaso un detalle de duelo? Conocido es el uso que se daba a este tipo de materiales para complementar el adorno del luto.

Otro aspecto característico es el paisaje del fondo que rodea el retrato: tanto los cerros como la atmosfera representada dan cuenta de una certera mirada del artista hacia la naturaleza y la geografía. Es un rasgo muy propio del espíritu romántico que poseían los pintores viajeros de la época: resaltar el paisaje a la vez que descriptivo y que trascendente. En este caso, su connotación alude nuevamente el espíritu altruista del personaje representado, aspectos que se asemejan a las fuerzas telúricas y que llevan al espectador a descubrir en él cualidades y virtudes sublimes. El cielo es un cielo amenazante, de lluvia, pero con esa calma antes de la tormenta. El lugar correspondería a la Hacienda de Paine, lugar rodeado de cerros y cruzada por profundos riachuelos. Propiedad entonces de doña Paula Jaraquemada. Paso obligado y estratégico por lo mismo, entre quienes vienen del sur y Santiago, por entonces ciudad principal de la Gobernación de Chile.

Tres pequeños personajes de color se pasean por el valle. Sea esto el aspecto más enigmático del cuadro. Sin embargo, estos personajes fueron comunes entre los hacendados chilenos y eran tributarios de cierta estima por parte de la sociedad campesina al serles asignado por lo general labores domésticas.

Hay una necesaria vinculación de estos personajes con la idea de la libertad, pues tal vez sean éstos quienes mejor encarnen el símbolo que permite representar dicha condición y que doña Paula Jaraquemada fue uno de sus adalides.

Descripción iconográfica de la ficha “Paula Jaraquemada”, del Fondart 2009 “Restauración de diez cuadros del Museo del Carmen de Maipú”, de Hernán Ogaz, Eduardo Walden e Isabel Sotomayor.